lunes, 30 de mayo de 2011

Movimiento del 15 de Mayo [Continuación - II]

~ 5min
Se le ha pasado el marrón a la población (otra vez).

La gente ha salido a quejarse y ha acampado en modo de protesta. En las asambleas se pretenden construir manifiestos y listas de propuestas y reformas para cambiar las cosas, pero por punto que se pretende consensuar a través de estas asambleas, se desprende gente que deja de sentirse representada, llevando al aborrecimiento del movimiento.

Crear un manifiesto y un programa es casi formar un partido, y se han creado unos cuantos proyectos de plataforma de consenso, como puede ser a través del portal 15demayo.info usando GoogleGroups y GoogleModerator, también desde MiFirma.com o Defiende.me se intenta reunir toda la gente posible para concretar lo que esta pidiendo la población.

La mayoría de proyectos de consenso de mínimos se dirigen, mas o menos, a los mismos puntos:
- Modificar la ley electoral para que sea más representativa
- Transparencia y fácil acceso a la información pública
- Mecanismos de mayor participación popular en la toma de decisiones importantes (p.e.: referendum sobre rescate a la banca)
- Intolerancia ante la corrupción y reforma de la financiación de partidos
- Detener la especulación financiera.

Sin embargo cada vez que me dejo caer en las asambleas, veo una falta de avance sospechosa. Es fácil pensar que hay gente infiltrada para confundir y disuadir a los presentes, y más queda mencionar de la desvinculación del movimiento al crear talleres de música, meditación, poesía..., transformando, en parte, la imagen con conceptos más espirituales. Es cierto que el neoliberalismo ha llevado a una caída de valores humanos vergonzosa, y el progreso y cultivo personal o el despertar consciencias es muy importante, pero creo que eso no es el 15M.

La idea inicial era muy simple, y por ella salieron tantos miles a la calle. Al querer recetar los cambios aparecen las disonancias pues la masa de gente contempla grandes diferencias ideológicas, pero tampoco podemos esperar que la misma clase política sea la que nos cocine los cambios.

Sueño que este sea el detonante para marcar el fin de la Edad Industrial, y evolucionemos a una sociedad que contemple a escala global las necesidades y los valores humanos ante cualquier riqueza u otro interés. A estas alturas, un mecanismo administrativo que se amolde a tal sociedad que proyecte "la sabiduría de la multitud" es muy viable, pero arrastramos un enorme y pesado fósil político que hace de esta transición un camino muy denso.

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